14 y 15 de marzo 2009
Tiempo
• Primer día: 6 horas
(Caldes de Boí - Embalse de Cavallers - refugio Joan Ventosa)
• Segundo día: 9 horas
(refugio Joan Ventosa - Estany de Monges - Caldes de Boí)
Dificultad: Media (sin nieve no representa dificultad alguna)
Desnivel
• Primer día: 745 m
• Segundo día: 430 m
Material: Raquetas

Una de las principales características del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici son los más de 200 lagos o estanys que lo pueblan por doquier. Como contrapunto a estas tranquilas y remansadas aguas, emergen picos y macizos que superan los 3.000 metros como los Besiberris o la Sierra de Tumeneia, lugar que será nuestro destino.
La zona más famosa del parque corresponde a la zona de Aigüestortes donde los meandros caprichosos configuran y dan personalidad al valle. Cascadas, turberas, frondosos bosques de pino negro y los riscos de los Encantats son los principales actores de esta gran obra de la naturaleza.
Para acceder al parque, una vez llegados a Pont de Suert, dejaremos la N-230 para tomar la L-500 en dirección a Barruera y continuaremos hasta el final de la carretera para llegar a la población de Caldes de Boí y sus aguas termales que brotan a 1.500 metros de altitud.
La zona más famosa del parque corresponde a la zona de Aigüestortes donde los meandros caprichosos configuran y dan personalidad al valle. Cascadas, turberas, frondosos bosques de pino negro y los riscos de los Encantats son los principales actores de esta gran obra de la naturaleza.
Para acceder al parque, una vez llegados a Pont de Suert, dejaremos la N-230 para tomar la L-500 en dirección a Barruera y continuaremos hasta el final de la carretera para llegar a la población de Caldes de Boí y sus aguas termales que brotan a 1.500 metros de altitud.
Primer día
Nuestra intención de llegar hasta la base de la presa de Cavallers se desvanece rápidamente, ya que la carretera que lleva hasta la base de la presa está cerrada por la nieve y el hielo acumulados en ella. El camino desde Caldes hasta el embalse nos llevará una hora de trayecto que no habíamos calculado.
Inicialmente vamos por la carretera asfaltada hasta el punto de información, donde nos desviaremos a la derecha para continuar por una senda que va paralela al río La Noguera de Tor y por la Plana Ciega primero y por el Planell de Remordi después. La carretera nos conduciría al mismo punto, pero dando mucho más rodeo y con la incomodidad de caminar sobre asfalto.
Llegados a la presa de Cavallers (1 hora), tomamos el sendero que la bordea por la derecha. Tenemos que ir con mucho cuidado, pues la nieve en el camino se hace cada vez más abundante y un resbalón podría ser fatal por el gran desnivel que tenemos a nuestros pies, por lo que decidimos buscar un lugar cómodo y poco expuesto para colocarnos las raquetas.
Inicialmente vamos por la carretera asfaltada hasta el punto de información, donde nos desviaremos a la derecha para continuar por una senda que va paralela al río La Noguera de Tor y por la Plana Ciega primero y por el Planell de Remordi después. La carretera nos conduciría al mismo punto, pero dando mucho más rodeo y con la incomodidad de caminar sobre asfalto.
Llegados a la presa de Cavallers (1 hora), tomamos el sendero que la bordea por la derecha. Tenemos que ir con mucho cuidado, pues la nieve en el camino se hace cada vez más abundante y un resbalón podría ser fatal por el gran desnivel que tenemos a nuestros pies, por lo que decidimos buscar un lugar cómodo y poco expuesto para colocarnos las raquetas.
Superado el embalse llegamos al Pletiu de l’Obaga. Lo normal hubiera sido emplear media hora en superar el embalse, nosotros hemos tardado el doble debido a la nieve acumulada. Durante todo el fin de semana veremos como ninguno de los tiempos del trayecto se cumplirán y los retrasos serán considerables.
Nos dirigimos ahora el Estany Negre por el Barranco de les Llastres, superando una pendiente donde la nieve se nos traga continuamente. El avance es tortuoso y lento, tanto que nuestra idea inicial de llegar hasta el Refugio de la Restanca queda del todo descartado y decidimos ser prudentes y quedarnos a dormir en el Refugio Joan Ventosa i Calvell. Habíamos calculado que desde el Embalse de Cavallers hasta el Refugio de Joan Ventosa tardaríamos una hora y media y hemos empleado mucho más del doble.
Nos dirigimos ahora el Estany Negre por el Barranco de les Llastres, superando una pendiente donde la nieve se nos traga continuamente. El avance es tortuoso y lento, tanto que nuestra idea inicial de llegar hasta el Refugio de la Restanca queda del todo descartado y decidimos ser prudentes y quedarnos a dormir en el Refugio Joan Ventosa i Calvell. Habíamos calculado que desde el Embalse de Cavallers hasta el Refugio de Joan Ventosa tardaríamos una hora y media y hemos empleado mucho más del doble.
La noche la compartiremos con más excursionistas que no salen de su asombro por la cantidad de nieve que nos rodea y que incluso hace que la entrada al refugio no guardado haya tenido que ser excavada retirando grandes cantidades de nieve para dar con la puerta.
Segundo día
Hemos dormido realmente muy cómodos a pesar de las bajas temperaturas y de la humedad del interior de la habitación. Después de un frugal almuerzo y de ver como los primeros rayos se sol iluminan las cumbres de los Besiberris con el típico color rosado, nos ponemos en marcha con la intención de coronar un fácil y asequible pico, el Tuc de Monges de 2.699 metros, rebajando las espectativas que traíamos inicialmente de intentar ascender al Montardo.
Dejamos el refugio en dirección a l’Estany de Travessani que bordeamos por la izquierda. Continuamos dirección N hacia el Estany de Monges, el de mayor extensión de toda la cuenca. Llegados a este vemos la cima nevada del Tuc e iniciamos la ascensión hacia una cumbre que no parece muy lejana.
Pero nada más lejos de la realidad, continuamente nos hundimos hasta la cintura aún llevando raquetas y en varías ocasiones quedamos hundidos y con las piernas suspendidas en ninguna parte. En una de estas y al intentar sacar una pierna que ha quedado atrapada entre la nieve y unas rocas la raqueta se rompe.
La rotura de dicha raqueta de mi pie izquierdo marcará el fin de nuestra aventura. El Tuc de Monges, un pico asequible y fácil se ha convertido en algo inalcanzable debido al peligroso manto blanco que cubre y protege su cima.
Un pequeño cordino será nuestra salvación, pues atándolo alrededor de la bota y de la raqueta me permitirá continuar caminando por la nieve de forma más o menos cómoda.
Pero nada más lejos de la realidad, continuamente nos hundimos hasta la cintura aún llevando raquetas y en varías ocasiones quedamos hundidos y con las piernas suspendidas en ninguna parte. En una de estas y al intentar sacar una pierna que ha quedado atrapada entre la nieve y unas rocas la raqueta se rompe.
La rotura de dicha raqueta de mi pie izquierdo marcará el fin de nuestra aventura. El Tuc de Monges, un pico asequible y fácil se ha convertido en algo inalcanzable debido al peligroso manto blanco que cubre y protege su cima.
Un pequeño cordino será nuestra salvación, pues atándolo alrededor de la bota y de la raqueta me permitirá continuar caminando por la nieve de forma más o menos cómoda.
Ahora solo nos queda re-hacer el camino hasta el Refugio de Joan Ventosa i Calvell y el Estany Negre, para continuar hasta el embalse de Cavallers y de aquí al coche.
No hemos conseguido nuestro propósito, hemos acabado destrozados por el cansancio, pero ha valido la pena la experiencia, puesto que hemos visto paisajes de una luz cegadora, montañas cercanas pero inalcanzables, hemos disfrutado del calor de un pequeño refugio y hemos aprendido a no menospreciar la montaña.
La Primavera llegará, derretirá de forma lenta la nieve y ésta desaparecerá, y las montañas allí seguirán, ya despojadas de su blanca protección y mostrándose más amables para compartir sus secretos.
No hemos conseguido nuestro propósito, hemos acabado destrozados por el cansancio, pero ha valido la pena la experiencia, puesto que hemos visto paisajes de una luz cegadora, montañas cercanas pero inalcanzables, hemos disfrutado del calor de un pequeño refugio y hemos aprendido a no menospreciar la montaña.
La Primavera llegará, derretirá de forma lenta la nieve y ésta desaparecerá, y las montañas allí seguirán, ya despojadas de su blanca protección y mostrándose más amables para compartir sus secretos.
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