Rafting Rio Gallego

Rafting Rio Gallego




Si el sábado tocó la Vía Ferrata de Riglos, hoy cambiamos la piedra y la montaña por las aguas bravas del Río Gállego, aunque para la época que es (junio) la verdad es que baja el río bastante flojo en cuanto a caudal.

Después de bajar del destartalado autobús que nos ha acercado hasta la zona de las balsas y tras unas intrucciones básicas, recibimos de nuevo más instrucciones pero ya dentro del líquido elemento. Se nota en la cara de la gente una mezcla de inquietud y ansiedad por dejar ya los prolegómenos y entrar de lleno en la faena.

Al igual que la práctica del barranquismo, el rafting te permite contemplar los paisajes desde una perspectiva nueva y diferente, que es desde dentro del mismo río. Es así como los mallos de Riglos adquieren una majestuosidad hasta el momento no vista.

El descenso transcurre entre rápidos, en los que hay que poner los cinco sentidos, y momentos de relax en que parece que estemos en un estanque de apacibles aguas. Y aunque el descenso en rafting por el Gállego, se me antoja como uno de los deportes de aventura más lights que existen, nunca hay que bajar la guardia, pues en el siguiente rápido puedes dar con tus huesos en el fondo del estrecho caudal del río y las piedras de dicho fondo hacen el resto en forma de machaqueo de tu cuerpo.

Tras unas tres horas de descenso aproximadamente, sólo nos queda volver a subir al hippy-bus, como algunos lo llaman y volver a nuestra base.

Acabamos la jornada acercándonos al Castillo de Loarre, donde entre nubes amenazadoras, hacemos un picnic en la pradera que hay junto a la fortaleza, que es una de las joyas de la arquitectura militar medieval de toda España.